Una cuestión realmente sensible en orientación es la confianza. Para que una persona se atreva a pedir ayuda ha debido sortear una serie de dificultades, empezando por superar el miedo de tener que abrir su mente y emociones a un extraño, situación que no es fácil y exige mucho valor.
Una vez que encuentra un orientador que satisface sus expectativas, sabrá que la persona habla en serio y que es un profesional cuando:
1. Solicita permiso para escribir lo que se hablará en la entrevista, asegurándole a la persona que será orientada que dichas anotaciones son exclusivamente para tener la información al día y recordarla, pero que en ningún caso dicha información será usada para otra cosa que no sea la terapia.
2. Solicita autorización en caso de grabar la entrevista, estableciendo igual que en el párrafo anterior un compromiso de confidencialidad que es básico para que un proceso de orientación pueda funcionar.
3. Solicita la aprobación de la persona que está siendo orientada en caso de que el orientador crea que es preciso tener una segunda opinión o pedir ayuda a otro profesional para alguna directriz.
En todos los casos, el orientador no puede evadir este protocolo de confianza, si lo hace, entonces, todo el proceso de orientación falla.
Es aquí donde es preciso tener cuidado. Cuando se inicia un proceso de orientación el orientador está obligado a asegurar:
1. Confidencialidad.
2. Privacidad.
3. Cautela en el uso de la información.
Por lo tanto, es la base, sin confianza no hay orientación y un buen orientador siempre lo entenderá de esa forma.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
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